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2013 destaca como un año de evaluación para los líderes mundiales. Con déficits en empleo, justicia económica, acción climática, derechos, democracia y paz, los líderes gubernamentales sencillamente están fallando. El poder está pasando de manos de Gobiernos que han de rendir cuentas a las de negocios que no las rinden ante nadie.
La economía global no es más estable hoy que hace seis años. El desempleo y las desigualdades, sumados a una disminución de la participación salarial y un masivo aumento de la riqueza para el 1% de la población, siguen siendo dominantes.
La credibilidad del FMI se ha puesto en entredicho una vez más, sus previsiones económicas no se sostienen y sus prescripciones económicas han supuesto el desplome de la demanda global.
En cambio los pronósticos de la CSI lamentablemente se han cumplido, con un ataque continuo contra los derechos, los salarios, la protección social y el empleo en el sector público.
La población mundial es consciente de la realidad, y la Encuesta Global 2013 de la CSI viene a demostrarlo.
Regenerar la demanda no será posible mientras más del 49% de la población o sus familiares estén afectados por el desempleo o por la reducción de sus las horas de trabajo, y el 58% de las personas vean como sus ingresos se sitúan por debajo del coste de la vida.
La confianza en los Gobiernos se ha perdido cuando domina el poder corporativo – apenas el 13% de los ciudadanos consideran que el Gobierno actúa en interés de los trabajadores y trabajadoras.
Mientras que el Banco Mundial habla sobre clima, empleo, infraestructura, protección y resiliencia, los Gobiernos por el contrario reducen sus compromisos respecto a la reducción de emisiones de carbono, la financiación o las transferencias de tecnología, que resultan necesarios para hacer frente a una inevitable devastación climática.
El G20 está bien sobre el papel, prestando atención al empleo, la demanda, la infraestructura, los principios de inversión a largo plazo y la evasión fiscal. Sin embargo, en medio de estas deliberaciones, hemos sido testigos este año de un drama geopolítico histórico, con promesas de política arriesgada, retraimiento y en última instancia un compromiso limitado por parte del G20.
La región de Oriente Medio y Norte de África sigue siendo un campo de batalla en la lucha por la democracia, entre la secularización y el dominio religioso. En este contexto se han venido desplegando diversas alianzas tan cambiantes como las arenas del desierto; mientras que Arabia Saudita y Qatar mostraron sus cartas, otras naciones han dado marcha atrás. Y el fracaso del mundo para alcanzar un acuerdo justo en Palestina sigue constituyendo una tragedia.
En medio de todo esto, en Turquía el Gobierno lanzó gases lacrimógenos contra su población y Corea del Sur volvió a las andadas, retirando el registro a los sindicatos. Parecería que el mundo entero está sumido en tensiones.
Respecto a todas estas cuestiones y muchas más, la CSI y sus afiliadas estaban ahí – resistiendo.
Empleos, salarios, protección social y sostenibilidad – algo por lo que definitivamente merece la pena luchar
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